La casa con aforo (poner límites)

Imaginó su energía como una casa con aforo. Cada vez que decía “sí” sin ganas, abría otra ventana y el calor se escapaba. Un día, el portero de un teatro le dijo: “No es no dejar entrar, es saber cuándo está lleno”. Esa semana empezó a mirar su agenda como entradas numeradas. Descubrió que un límite a tiempo no enfría el vínculo: lo hace habitable.

Moraleja: tu casa tiene aforo; respetarlo es cuidarte y cuidar tus relaciones.

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